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jueves, 6 de septiembre de 2012

Un hilo tembloroso

***
Noche estrellada en Tenerife.

Sondeo las alturas del espacio,
con mis ojos abiertos al asombro.
Las órbitas lejanas, donde rotan
esferas musicales, me conducen
a simas interiores de silencio.
Me pregunto quién soy, desamparado,
bajo constelaciones que relucen,
como flotas de barcos, en la noche,
pero jamás aclaro mis enigmas.
Un desierto de sombras me separa
de ríos estrellados,
y una sed infinita me consume.

Solamente deseo
que manen de mis labios, en la noche,
sílabas o sonidos que restauren,
apenas un segundo,
la unidad primigenia de las cosas.
Solamente deseo
que mis palabras formen
un hilo tembloroso
de claridad, un hilo
que suba de la tierra a las alturas.

6 comentarios:

Juan Dica 1946 dijo...

...que manen de mis labios, en la noche,
sílabas o sonidos que restauren,
apenas un segundo,
la unidad primigenia de las cosas.

Ese es el gran misterio Ramiro, de la poesía, ya que los poetas, son portadores del misterio y del eco de la gran explosión de donde parte la unidad primigenia de las cosas y los sentidos; por eso, la poesía es la destilación sublime del transcurso humano.

Misterioso y bello poema. Un abrazo Ramiro.

Ramiro Rosón dijo...

Juan, me alegro de que este poema te haya gustado. Al descubrir la distancia insalvable que separa la tierra del cielo, el poeta desearía restituir el cosmos a su unidad primigenia, al estado originario de felicidad en que el mundo celeste y el terreno formaban uno solo, antes de separarse, y que se simboliza con mitos como el de la edad de oro o el del paraíso perdido. Y, sin duda, en sus palabras todavía resuena el eco de esa gran explosión que dio lugar al cosmos, pues nunca cesa de interrogarse por el origen de éste. Muchas gracias, y un abrazo.

Dylan Forrester dijo...

Certeros versos.
Nos leemos.

Saludos.

Iván Cabrera dijo...

A mí me ha gustado especialmente ese verso que dice: "pero jamás aclaro mis enigmas",pensativo y profundo. Por el deseo que expresa o construye este poema, los hombres han tomado del cielo estrellado la lección para sus sueños y construcciones en la tierra: belleza por belleza en una sinapsis cósmica y fecunda.

Ramiro Rosón dijo...

Jorge:

Ojalá sean certeros, pues entonces habrá merecido la pena escribirlos. Gracias por leerme.

Un abrazo.

Ramiro Rosón dijo...

Iván:

Cuando miro el cielo estrellado, a menudo me acuerdo de lo que decía Kant al final de la “Crítica de la razón práctica”: “Dos cosas llenan el ánimo de admiración y respeto siempre nuevos y crecientes cuanto con más frecuencia y aplicación se ocupa de ellas la reflexión: el cielo estrellado sobre mí y la ley moral en mí”. Sin duda, el hombre siempre encontrará en el cielo nocturno una imagen fiel de su deseo de perfección, de sus anhelos de justicia, sabiduría y belleza. Un fuerte abrazo.