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jueves, 12 de agosto de 2010

El ciervo

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Castaños en Cervantes, Lugo.
***
Bajo los grandes álamos, un ciervo
camina hacia las márgenes del río.
Apenas hace ruido. Sólo algunas
hojas caídas crujen débilmente.
El sol, naranja abierta del ocaso,
acaricia su lomo. Bebe el ciervo
la undosa cabellera de las aguas.
Y yo, mientras lo miro, deslumbrado,
estoy bebiendo a sorbos el olvido,
quedándome vacío de tinieblas,
llenándome de fúlgida inocencia.